jueves, abril 15, 2010

Visita a Nuestra Patrona








Visita a la Patrona de Encinasola

Creo que seria alrededor de los años mil novecientos cincuenta,
Eran tiempos de novedades antes no vividas, empezaban a resurgir nuevas esperanzas de trabajo y por consiguiente alegría y buen humor en las familias.
De todos era sabido que los caminos estaban malos, sobre todo el de la Ermita de Ntra. Patrona, solo se podía pasar con bestias de herradura y malamente.
Pero esto no fue obstáculo para que mi familia se pusieran de acuerdo y organizaran una visita a Nuestra señora de Flores en su Ermita y un buen día soleado de primavera, con todas las provisiones cargadas en una burra, con un serón de esparto nuevo lleno de comida, salimos muy temprano un buen grupo de Mayores, Jóvenes y niños, unos montados, otros andando y algunos en brazos de los más fuertes.
Circulamos unos detrás de otros por entre los peñones, en lo mas llano era un pelotón, pero al bajar por la cuesta de los callejones con tantas piedras, tropezó una burra que llevaba un aparejo que parecía una plaza de toros, en la cual montaban dos jóvenes y podéis comprender el “guarrazo” que pegaron en el suelo, gracias a Dios sin mayores consecuencias.
La primera parada oficial fue en la conocida Peña de los Valientes, donde tomaron “un tente en pie”, una copa con la tapa correspondiente, los jóvenes y pequeños, con leche,
perrunillas y magdalenas rellenamos nuestro estomago.
Sin más incidentes seguimos el camino que baja directamente, pasando por el famoso pozo del camino, que “desemboca” en el cortijo de Moreno y seguido el huerto de la Ermita, llegando hasta los portales, descargando las muy sufridas burras.
La primera fue saludar el ermitaño fiel guarda de la imagen, seguido de la visita a la Virgen y rezar por los desvalidos.
Seguidamente montar el rancho para comer, primero los pequeños a jugar, luego los demás tomando una copita y brindando por nuestra patrona.
Una vez terminado el almuerzo, sin perder tiempo recoger para emprender el retorno, como siempre el ermitaño ofreció un café que algunos tomaron, pasando a la despedida de la Virgen.
El retorno por el camino no es para contarlo, cuesta arriba sin ser buenos arrieros, tirando de las burras sin dejar de darle con una varita, hasta llegar fuera de los peñones fue una odisea para llegar al llano.
Descanso en la peña de los Valientes con una ronda de café y unos dulces caseros que “quitan el sentio”. Ya aquí empiezan los pequeños a dar síntomas de cansancio y la parada hay que terminarla para reanudar el camino.
Desde este momento cambió la cosa, al ser mejor el camino los pasos eran más ligeros y con el pueblo a la vista los ánimos se alegraron, hasta las burras parece que sabían que estaban cerca del pueblo y aligeraron el paso.
Finalmente llegamos sin más incidentes y con una buena ducha, medio se quitaron los dolores en las piernas “to aguao” de los aparejos, según decían los mayores.
Esto fue una visita de las pocas que se podían hacer a la Ermita, por culpa del camino tan malo que teníamos, gracias a Dios ya olvidado.

Faustino Jiménez Abril 2010


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