domingo, julio 03, 2011

Una averia cualquiera

     UNA AVERÍA CUALQUIERA 20/6/2011




La verdad es que no tenía edad suficiente (era un colegial), por lo cual no puedo recordar, todos los pasos que eran necesarios para mover los trabajos que mi padre llevaba en su cabeza, pero cuando salía de la escuela, en vez de jugar, tenía que trabajar con los camiones en los varios trabajos que la edad me permitía.

Normalmente era en la parte de mecánica, al ser muy viejos los vehículos estaban bastante destrozados, cubiertas malas y el repuesto no era fácil encontrarlo: todo era en talleres, (que en el pueblo por suerte teníamos).

De algunas que recuerdo, una de las muchas averías que pasaron ocurrió estando un dia cargando en un molino de Aceite en el callejón. El aceite que sobraba de la venta del pueblo, que no era mucho, se vendía en Sevilla a una marca conocida de la “Y”, en unos bidones fuertísimos de 500 litros con unos aros de refuerzos alrededor, que había que cargarlos con unos palos largos de eucaliptos y unos enganches de hierro cogidos a un tablero trasero, con unas cuerdas fuertes tirando muchos hombres desde arriba y otros empujando desde abajo.

Mientras se realizaban estos trabajos que eran muy lentos, le quitamos con la ayuda de mi amigo Vicente Vaello el radiador al camión, que se salía como un cesto roto, llevándolo al taller de Javier creyendo que era poco, pero se complicó la cosa y el camión estaba cargado y la avería no estaba solucionada; el taller cuando llegó la hora cerró sus puertas y a la calle ya de noche.

Con un candil del molino (como dios nos dio a entender) usando cemento, fuimos tapando las salidas de aguas que quedaron. Una vez que se secó la cosa procedimos al montaje y a dejarlo terminado para efectuar el transporte que mi padre tenia contratado.

El viaje se efectuó correctamente, pensando que la reparación fallaría pero duró más de lo previsto. Con el paso del tiempo otras averías surgieron que también con trabajo y buen humor se fueron corrigiendo poquito a poco.

Mis pensamientos son de que los estudios en el colegio no fueron muchos, los necesarios y nada mas, pero en mecánica no tuve mas remedio, que poner los cinco sentidos para poder sobrellevar las averías que los vehículos necesitaban todos los dias.



Faustino Jiménez

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