20/8/2008
Recordando cosas de aquellos tiempos, una de ellas hace muchas décadas, por lo menos seis, había un bar Chiquitito pero con mucha solera, que se llamo La PARRITA, de propiedad y regentado por Hipólito Delgado, con unos parroquianos que les gustaba paladear la calidad de los productos que allí eran servidos.
Recordando cosas de aquellos tiempos, una de ellas hace muchas décadas, por lo menos seis, había un bar Chiquitito pero con mucha solera, que se llamo La PARRITA, de propiedad y regentado por Hipólito Delgado, con unos parroquianos que les gustaba paladear la calidad de los productos que allí eran servidos.
Según su clientela (ya casi la mitad desaparecida) el copeo de sus vinos y sus pinchitos de tapas, eran la delicia de Marochos y forasteros, tenía tanto encanto, que a última hora de la noche era punto de reunión de varios de los taberneros, para comentar las incidencias del día.
Al cabo de muchos años, es el único local que mantiene su estructura igual que el día de su apertura. Cerrado el 31-12-83 pero se conserva lo mismo que estaba, con su piso de lanchas, su mostrador, mesas y sillas, blanco y limpio como si abriera sus grandes puertas a diario, no faltan los almanaques, los vasos y las copas de antes de cerrar, digamos que es un museo de taberna antigua.
Cuantas y cuantas copas servidas y tomadas con una simple y antigua peseta. Era casi de obligación el pasar y tomar una copa en la Parrita, parecía que sin pisar este bar, las fiestas eran a medias.
Fue pionero del vino tinto, hecho en su bodega de propia cosecha, las uvas eran transportadas desde varios lugares de Extremadura que tenían fama de buenas, estas eran pisadas en el suelo preparado al efecto, el mosto se recogía en grandes tinajas de barro, que anteriormente se preparaban empegando o sea desinfectando los depósitos, donde fermentaba y era clarificado para después filtrar mediante procesos naturales. El filtro era el hollejo de la uva una vez pisada, cuando se llenaban de caldo las tinajas se le echaba el resto de lo pisado, que a su vez servia para fermentar y al final quedaba en el fondo y terminaba por ser el mejor filtro natural.
Una vez que se recoge el mosto en los depósitos, se tapaban las bocas bien preparadas para que no entrara aire ni nada, con total limpieza hasta que terminaban de fermentar, sin dejar de observar su proceso día a día. Pasado su curación se dejaba en reposo un tiempo, que era necesario para el aclarado y sabor, probando de vez en cuando para saber si el proceso iba conforme a sus deseos.
En la parte baja de dichas tinajas, en dos orificios que tienen, llevaban dos canillas (grifo de madera) por donde se sacaba una muestra para paladear el producto, decidiendo cuando estaba el vino, para el consumo y venta en los bares.
El vino tinto no era conocido en el pueblo, por lo que los taberneros, en aquellas fechas, se mostraban reacios para su venta en los bares, esto hizo que naciera la Parrita para demostrar la calidad y este producto a los marochos.
Cuantas y cuantas copas servidas y tomadas con una simple y antigua peseta. Era casi de obligación el pasar y tomar una copa en la Parrita, parecía que sin pisar este bar, las fiestas eran a medias.
Fue pionero del vino tinto, hecho en su bodega de propia cosecha, las uvas eran transportadas desde varios lugares de Extremadura que tenían fama de buenas, estas eran pisadas en el suelo preparado al efecto, el mosto se recogía en grandes tinajas de barro, que anteriormente se preparaban empegando o sea desinfectando los depósitos, donde fermentaba y era clarificado para después filtrar mediante procesos naturales. El filtro era el hollejo de la uva una vez pisada, cuando se llenaban de caldo las tinajas se le echaba el resto de lo pisado, que a su vez servia para fermentar y al final quedaba en el fondo y terminaba por ser el mejor filtro natural.
Una vez que se recoge el mosto en los depósitos, se tapaban las bocas bien preparadas para que no entrara aire ni nada, con total limpieza hasta que terminaban de fermentar, sin dejar de observar su proceso día a día. Pasado su curación se dejaba en reposo un tiempo, que era necesario para el aclarado y sabor, probando de vez en cuando para saber si el proceso iba conforme a sus deseos.
En la parte baja de dichas tinajas, en dos orificios que tienen, llevaban dos canillas (grifo de madera) por donde se sacaba una muestra para paladear el producto, decidiendo cuando estaba el vino, para el consumo y venta en los bares.
El vino tinto no era conocido en el pueblo, por lo que los taberneros, en aquellas fechas, se mostraban reacios para su venta en los bares, esto hizo que naciera la Parrita para demostrar la calidad y este producto a los marochos.
Una verdadera joya, verdad que sí; hay que ver lo bien que se conserva. Al observar estas fotos te regresan a épocas de juventud, cuando todo era tan diferente, son motivos de añoranzas que generan cierta nostálgia al entender que no volverán jamás.
ResponderEliminarEra un bar con mucha solera donde pudimos degustar más de un vinillo con su correspodiente tapa.
Faustino: Gracias por estas fotos de la Parrita, el verlas me ha traído recuerdos muy gratos, recuerdo a Victorio caminando desde su casa con las tapas en la cesta, y a todos los amigos de mi padre, Rodrigo, Talento, el relojero. Gracias otra vez y un abrazo.
ResponderEliminarA.Vaello
Una verdadera joya, este es uno de los reportajes bueno y completo de un lugar tan querido por la gente mayor, yo no entre nunca en el,pero si que lo recuerdo, mi padre no fue nunca ombre de bar, pero si salió alguna que otra noche fue a la "PARRITA" fueron buenos amigos Victorio y mi padre,gracias por recordarnos esas fechas y mostrarnos esas fotos ,que bien merecen la pena para quien como yo no conociera el lugar,un beso ISABEL.
ResponderEliminarFaustino precioso reportage, recuerdo vagamente este bar que se conserva estupendamente.
ResponderEliminarMe gurta toda las joyas que has puesto. El comentario del vono de la Palma pra el tiempo que se escribió estaba muy adelanto pues hoy los medicos opinan lo mismo, que el vino con moderación es un bien para la saluz.
En un bar leí un letreo que decia " si vino a beber vino, y no bebe vino para que coño vino."
Un abrazo
Faustino: El edicto del señor alcalde, que aunque este tachado su nombre se sabe quien era, es total. Pide a todo los marochos que esperen al señor gobernador todos en masa, y que adornen sus casas para dar una imagen real del pueblo; leerlo ahora hace mucha gracia, pero en aquel momento bien que estábamos todos con la banderita esperándole en el ensanche. Un saludo amigo y enhorabuena por este reportaje.
ResponderEliminarEntrañable. Recuerdo de pequeña esperar a que mis padres se tomaran la copita pa enfilar la calle abajo ya de recogida, jugando en la calle, en la esquina de la torre o en el paseo "chico" con mis hermanos y algún agregao más, los fines de semana. Y en las noches de verano les esperábamos contando las salamanquesas que acudían a la farola de la esquina que habían instalado recientemente. Y visita obligada en feria, cuando la feria era feria de día y de noche en la plaza y sus alrededores. Un besazo Faustino. Hará como un cuarto de hora que te di otro por teléfono... sabes que te quiero mucho ¿verdad?
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