sábado, mayo 08, 2010

COSARIO






COSARIO de mercancías.


En los años cercanos a los cincuenta, escaseaban los alimentos, sobre todo en un pueblo como el nuestro, lejos de la capital, no había los productos necesarios que se necesitan para subsistir.
Este abandonado rincón de la Sierra era desconocido; por tener caminos para carros, venían cuatro representantes con lo más necesario, el resto era de los recaderos que salían a las capitales llevando y trayendo productos.
Mi padre era uno de los transportistas autónomos, llamado en aquellas fechas COSARIO (palabra últimamente desaparecida), que era el que comerciaba con varios productos comprados en el pueblo y los llevaba a la Capital: era recovero de huevos, llevaba carbón y cisco, gurumelos, chacina de cerdo etc., etc.
En Sevilla, la parada de mi padre desde el año treinta y algo, como otros muchos cosarios, era en el Parador de la Encarnación, gran Posada para dormir y almacenes donde recoger mercancías con patios para encerrar los vehículos. Tenia hombres corredores muy responsables para todos los productos que llevaba para la venta.
La Encarnación era como una delegación de Encinasola, era un ir y venir de Marochos preguntando cuando iba el cosario, unos para encargos y otros para dormir, donde no faltaban los soldados que esperaban un paquete con ropa, con algún chorizo o cinco duros de parte de los padres... otros mandaban la ropa para que la cosiera su madre en casa y los de más confianza preguntaban ¿No te ha dado mi padre alguna perra? Si le decías que no, decían: pues déjame algo y cuando llegues a casa que té lo de mi madre, yo le escribo que te lo lleve a casa.
El primer dia que llegabas, tenias que repartir calle por calle a los muchos almacenes donde iban dirigidas las cartas de los comerciantes, en las cuales hacían el pedido de lo que creían necesario y que recogerías al dia siguiente empujando un carromato o un triciclo de carga si era poco peso; algunas casas tenían reparto y lo entregaban en el parador.
El viaje duraba dos o tres días entregando y recogiendo, comprando para cargar el camión de todos los productos que se vendían en el pueblo: abono, azúcar, cuatro o cinco cajas de cerveza, papas de comer, papas de siembra, plátanos, tomates y frutas en general compradas en la plaza de abasto de junto a la posada. Una misión necesaria eran los encargos del público; lo mismo tenias que devolver unos zapatos, que comprar lotería o agujas y lana, o medicinas, libros, ferretería, carretes de fotos... o sea, de todo lo que pedían y se guardaba en una habitación hasta el dia que se cargaba lo recogido.
Era gratificante cuando llamaban al teléfono del Parador diciendo que el pedido estaba preparado. Cuando juntabas tres o cuatro pedidos, como sabias todas las calles, salías con un recorrido previsto por todos los almacenes, para recoger el paquete o los fardos de tela o las espuertas de herraduras de la ferretería.
Por aquellas fechas no había el estrés de hoy. Lo mismo tardabas tres días que cuatro: cuando se terminaba de cargar el camión, no se podía dejar nada atrás, porque el próximo viaje no se sabia cuando seria.
Deseándole un feliz viaje te despedían los paisanos de la capital, esperando que pronto volvieras con viandas frescas.
La llegada al pueblo y el consiguiente reparto por los comercios era el final del viaje de este cosario.
Según mis recuerdos, era un transportista comprando y vendiendo por su cuenta: unos viajes salían bien y ganaban, y otros no escapaban igual.
Eran hombres curtidos serios y formales, aquellos que con un apretón de mano, quedaba firmada una palabra.

Faustino Jiménez Mayo 2010

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Para hacer un comentario te vas a seleccionar "Perfil" marcas anonimo escribe el comentario y le das a publicar.
En casos que estes registrado y tengas algun Blog y te pide la URL es la direccion de tu blog y el nombre que quieres que salga, que es el que ya tengas adoptado, en mi caso es Fontenla.