Buscando en el baúl de los recuerdos, en un rincón encontré un recibo de la
luz de Santa Teresa, todo borroso y amarillo.
Ya en mis manos, lo mire y se me vino a la mente muchas anécdotas de años atrás.
Según me contaba mi abuelo, gracias a una empresa llamada Santa Teresa que tenía un salto de luz en la Nava y residía en el Repilado fue posible que llegara al pueblo este pequeño pero gratificante hilo de luz.
Anteriormente creo que era de un motor, que existía en la gran fábrica de harina y panadería de Los Orue.
Que alegría cuando dejaron el candil, observando que por un hilo que entraba de la calle y en la punta una bombilla llegaba un pequeño resplandor, (ya entrada la noche) por ser de la línea general del pueblo y mientras no se encendía este no llegaba a las casas, que no era mucho pero se iluminaba toda la habitación.
Mas adelante, los encargados que pertenecían al pueblo (altamente conocidos) hicieron reforma en las casas, en vez de una luz en la entrada, siguieron con el cable hasta la cocina, donde pusieron otra bombilla y una llave en común, que cuando la cambiabas se apagaba una y se encendía la otra, nada mas que le pertenecía a cada casa una bombilla de 10 ó 15 w. cuando mas.
Con el tiempo los que podían le montaron un contador y algunos dicen que tenían varios puntos de luz repartido por la casa.
Si levantara la cabeza tío Cornelio y viera la potencia que tenemos de iluminación en la calle, la cantidad de lámparas y enchufes de las casas del pueblo, los electrodomésticos, y algunas de las nuevas tecnologías que usan los mayores y los niños de hoy en día, del susto se desmayaban.
Faustino Jiménez
luz de Santa Teresa, todo borroso y amarillo.
Ya en mis manos, lo mire y se me vino a la mente muchas anécdotas de años atrás.
Según me contaba mi abuelo, gracias a una empresa llamada Santa Teresa que tenía un salto de luz en la Nava y residía en el Repilado fue posible que llegara al pueblo este pequeño pero gratificante hilo de luz.
Anteriormente creo que era de un motor, que existía en la gran fábrica de harina y panadería de Los Orue.
Que alegría cuando dejaron el candil, observando que por un hilo que entraba de la calle y en la punta una bombilla llegaba un pequeño resplandor, (ya entrada la noche) por ser de la línea general del pueblo y mientras no se encendía este no llegaba a las casas, que no era mucho pero se iluminaba toda la habitación.
Mas adelante, los encargados que pertenecían al pueblo (altamente conocidos) hicieron reforma en las casas, en vez de una luz en la entrada, siguieron con el cable hasta la cocina, donde pusieron otra bombilla y una llave en común, que cuando la cambiabas se apagaba una y se encendía la otra, nada mas que le pertenecía a cada casa una bombilla de 10 ó 15 w. cuando mas.
Con el tiempo los que podían le montaron un contador y algunos dicen que tenían varios puntos de luz repartido por la casa.
Si levantara la cabeza tío Cornelio y viera la potencia que tenemos de iluminación en la calle, la cantidad de lámparas y enchufes de las casas del pueblo, los electrodomésticos, y algunas de las nuevas tecnologías que usan los mayores y los niños de hoy en día, del susto se desmayaban.
Faustino Jiménez
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