Hace un montón de años, pues seria el cuarenta y dos ó el cuarenta y tres, mi padre tenía una camioneta chebrolet, que en el pueblo le llamaban el apodo de (la burra) de aquí viene el cantar de los quintos, cuando marchaban a la mili para coger el tren en la estación de Fregenal, que terminaba diciendo.
¡A coger la burra , a coger la burra, en la puerta el peatón ¡
Bueno como decía con la “burra” y un carro que tenían mis tíos con varias bestias, pensaron que el día de flores escuchar misa y pasarlo en la ermita acompañando a la Virgen de Flores.
El carro y las bestias salían bien temprano por la carretera hasta el camino antes de Valquemao y con la camioneta después llevar el personal.
Hasta aquí bien, se cumplió lo previsto y cuando llegamos por la carretera de Portugal a donde estaba el carro, pasaron todos los “avios” nos montaron a los 8 ó 10 niños en el carro, ellos se tomaron unas copas con unas tapas y adelante el camino abajo para llegar al barranco y empieza la odisea.
Una vez llegado al arroyo de Valquemao, miran por donde lleva menos agua, se toman otra copa y dicen ¡por aquí ¡ como los del Oeste ¡adelante¡ se mete el carro en el agua, que seria de medio metro de fondo, no se sabe si por las copas ó por mano del demonio, coge la rueda derecha una piedra gorda y la izquierda se clava en la arena y “cataplón” se volcó el carro con la comida y todos los niños que llevaba dentro.
Esto no es para contarlo es para ver la que se lío, los niños pegando “charpotazos” en el agua, las madres chillando los hombres sacando los mas chicos, los mayores salían solos pero los había de 2 añitos todos “tiritando” llorando, gracias a la Virgen todo quedo en el susto.
Menos mal que las madres (por algo son madres) llevaban ropa de repuesto y nos cambiaron las mojadas por secas, cada uno se ponía lo que podía, todos empelotas alrededor de una candela grande.
Los hombres mas tranquilos, levantaron el carro recogieron lo que no se llevo el agua, como se hizo muy tarde montaron el rancho allí mismo y entre comentarios risas y llantos nos comimos la merienda que quedo. Regresando otra vez como en la ida con el sofocón de los mayores y el remojón de los niños.
Pero cantando como siempre, Viva la Virgen de Flores.
Faustino Jiménez
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