
En los tiempos de “maricastaña”, había un oficio muy poco reconocido por ser raro, quizás en el pueblo como profesión había uno ó dos que lo practicaran, Aperador. Mi abuelo, era un profesional, recuerdo poco de él, dentro de lo poco, según decían los que necesitaban de sus servicios que era el mejor, (por no decir único) no tenía pegas. Lo solucionaba todo, basándose en hachazos.
Porque la herramienta mas usada era el hacha, (hachas de más de una cuarta), que tenía tal vicio con ella, que daba cien veces en el mismo corte sin fallar. Además tenia la azuela, la gubia, el formón, el mazo, la sierra, un candil, para trabajar de noche, un leño gordo con una canal, y varias cosas necesarias para su trabajo.
Este oficio empezaba por ir al campo y escoger entre la leña seca de encina, los palos más retorcidos con distintas curvas tan necesarias para los varios aperos de labranza que se conocían. Tales como, las cangallas, los arados, las Gangas, las viergas, rastrillos, palas, la grada, la vertedera, los garranchos, etc, etc.
Él darle la gracia necesaria, para que las bestias trabajaran sin que le hiciera daño, estaba en el saber del aperaó todos llevan una curva ó dos. No tenían hora, si llegaba un cliente con una avería urgente, por la tarde al oscurecer, se liaba a la luz del candil hasta que solucionaba la avería. En las grandes fincas se llevaban meses, preparando aperos para la siguiente temporada. Era oficio de pulso firme y duro, la leña de encina seca es la más dura que existe, propia para labrar los aperos.
Como se dice, en la antigüedad (fue la era) de la leña de encina, lo demuestran las piezas que existen en los mesones y varios museos montados con buen gusto.
Pero llegó el hierro y se termino el apero de encina. No es fácil encontrar los distintos utensilios, que existían en las casas de labranza, tirado en los rincones por ser muy buscados por los anticuarios.
Los leñadores dicen, (A la leña tuerta se le busca la vuelta).
Yo digo Salud para todos. Faustino Jiménez.
Había un "apereó", vecino mio por cierto, que se llamaba Rodrigo; de todos conocido por su agudeza y simpatía pues era muy aparente para las jaranas sobre todo en Nochebuena, cuando más lo recuerdo en acción, porque organizaba una de las muchas pandillas que recorrían las calles cantando las coplas típicas de esa fiesta; tenía un amplio repertorio de aquellas canciones típicas que tanto hemos repetido en esas fechas tan entrañables y familiares, sobre todo fuera del pueblo.Abel Moreno nos las refresca en alguna de sus composiciones.Me he desviado del "aperaó" al recordar la Navidad en Encinasola pues he tocado yo mismo una de las fibras más sensibles, ya que en definitiva somos unos nostálgicos carcamales.En general y sálvese quien pueda.Cordial saludo.
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