Un baile de la época.
Baile de la Salud
Baile del circulo de la union.20-7-2008
Recordemos aquellos bailes de nuestra juventud, inocentes y sin malicia, sufriendo cuando descansaba la orquesta, viendo que el tiempo corría mas de la cuenta porque nuestros padres nos tenían un horario muy restringido; no terminabas nunca el final de las últimas piezas, si tenias permiso hasta las doce, tenias que llegar dos minutos antes a tu casa, si querías salir al dia siguiente.
Eso si, no te perdías un baile, lo mismo de pago o de casamiento. Antes de tocar el primer pasodoble ya estabas buscando pareja, cuántos y cuántos buenos ratos cogiendo la cintura de una amiga, la cual cuando le apretabas un poquito, sin malicia, pero con picardía, ella te desviaba disimuladamente la mano del hombro.
Recordemos aquellos bailes de nuestra juventud, inocentes y sin malicia, sufriendo cuando descansaba la orquesta, viendo que el tiempo corría mas de la cuenta porque nuestros padres nos tenían un horario muy restringido; no terminabas nunca el final de las últimas piezas, si tenias permiso hasta las doce, tenias que llegar dos minutos antes a tu casa, si querías salir al dia siguiente.
Eso si, no te perdías un baile, lo mismo de pago o de casamiento. Antes de tocar el primer pasodoble ya estabas buscando pareja, cuántos y cuántos buenos ratos cogiendo la cintura de una amiga, la cual cuando le apretabas un poquito, sin malicia, pero con picardía, ella te desviaba disimuladamente la mano del hombro.
La ventaja es que había como mínimo dos salones con bailes distintos, y a veces más de dos, como en feria, que además estaba el del paseo chico; así podías escoger el que más te gustara o el que le gustara a tus amigas.
En los descansos de la orquesta, recorrías los demás salones que también podían tener fiesta, buscando lo que no terminabas de encontrar. Los salones de aquellas fechas eran varios, unos muy buenos y otros mejores, unos eran mas seguidos que otros pero cada uno tenia su salsa. El más antiguo que recuerdo, ya lejano, estaba en los altos del taller de los Mora, en la esquina del taller, o el salón de San Jerónimo, que más bien era para las bodas.
En los descansos de la orquesta, recorrías los demás salones que también podían tener fiesta, buscando lo que no terminabas de encontrar. Los salones de aquellas fechas eran varios, unos muy buenos y otros mejores, unos eran mas seguidos que otros pero cada uno tenia su salsa. El más antiguo que recuerdo, ya lejano, estaba en los altos del taller de los Mora, en la esquina del taller, o el salón de San Jerónimo, que más bien era para las bodas.
También estaba el salón del Casino de la Unión, que era el mejor, pero tenia menos ambiente, porque para entrar tenias que ser socio; si no lo eras, no había manera de colarse: el amigo Rodrigo entraba, te cogía y a la calle.
El de la Salud siempre era el más concurrido, no se cabía ni de lado; era donde más tocaban las orquestas, el que más seguidores jóvenes tenía y más amigas te encontrabas.
El de la Salud siempre era el más concurrido, no se cabía ni de lado; era donde más tocaban las orquestas, el que más seguidores jóvenes tenía y más amigas te encontrabas.
El salón de casa Arturo casi siempre era de bodas. El de tio Vicente, el estanquero, vagamente lo recuerdo, quizás algún baile de boda o algo así.
Cuando había intermedios que paraba la música, hacías la ronda por otros bailes si estaban tocando, te dabas un garbeo corriendo y al final para nada, volvías otra vez al mismo que estabas.
Cuanta nostalgia tiene la vida, pero de ilusión también se vive.
Faustino Jiménez.
Faustino Jiménez.
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