Pero queda en el recuerdo de Encinasola, aquellas grandes y buenas huertas
Estas huertas del termino, incluso casi en las puertas de casa, todas ecológicas
cien por cien, daba gusto ver aquellas banastas de tomates tan hermosos que no tenían pipas, eran todo carne, muy buenos para embotellar; los pepinos, rábanos,
En fruta según las fechas, eran ricas en general, los higos del rey, las “brebas” de San Juan, las peras finas y dulces de la sierra, membrillos, granadas, las manzanas de la M.., bruños, naranjas de la N.., seria interminable poner todas.
No podían faltar las sandias de las fiñerias, chicas pero dulces como el azúcar,
los melones ricos que duraban hasta noche buena en su colgadero de juncia.
Sera la tierra ó sera el agua, el caso es que todas las cosechas de las huertas del pueblo no tenían competencia en calidad, gracias a los buenos hortelanos que con sus manos y el sudor de su frente conseguían la elaboración de tantos y buenos productos de este pequeño rincón.
Tenemos que lamentar la desaparición de varias huertas y otros muchos hortelanos, siendo escasas las que perduran.
Este oficio no ha desaparecido; gracias a Dios quedan pocos pero buenos.
Faustino Jiménez
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